Monday, December 14, 2009

EL DIOS DE LOS HUÉRFANOS


EL DIOS DE LOS HUÉRFANOS

"El Hogar de niños"

Masaya ,Nicaragua 1976
Poema del Hijo


Cuartilla XII

Apacenté los hijos ajenos,
colme el troje con los trigos divinos,
y solo de Ti espero,
Padre Nuestro que estas en los cielos!
Recoge mi cabeza mendiga,
sin en esta noche muero!

Gabriela Mistral

"No hay cantos,
como los cantos,
que cantan los huérfanos".
Alain Gracio

Todas las mañana al salir el sol escuchaba los cantos, las vocalizaciones de los huérfanos que con languidez armonizaban en su devocional antes del desayuno. Nuestra casa en el pueblo de Masaya estaba ubicada a los pies del cerro Coyotepe, a eso como a doscientos metros enfrente de nuestra casa estaba "El hogar de Niños" un orfanato cristiano. Mientras escuchaba esas voces desgarradoras yacía en mi cama reflejando y pensando en el día que yo tenia por delante. Ya había escuchado el programa radial "Pancho Madrigal" por la corporación en mi pequeño radio transistor con el cual dormía. Ya era mi costumbre de acostarme, dormirme, y levantarme escuchando la "corpa". Siempre fueron las pasmadas rutinas que me hacían meditar en lo que no hacia entre ellas. Aun adormitado me puse a pensar en los huérfanos, yo creía que ellos eran dichosos y felices porque no tenían padres que los andaban regañando, que eran libres y podían hacer lo que querían. Me di cuenta que estaba profundamente equivocado. Era el año 1973 cuando nos mudamos de los Estados Unidos para ir a vivir a Nicaragua. Cuando llegamos a nuestra casa todavía estaban construyéndola, estaba en medio de lo que parecía un montazal y un lugar desolado apenas había un camino para que pasara el camión donde traíamos todos nuestras pertenencias. Como a los pocos días ya que estábamos un poco establecidos, mi hermano y yo empezamos a explorar nuestro alrededores. Cuando aclarearon el monte enfrente de nuestra casa pudimos ver una serie de edificios y que habían niños corriendo y jugando. Nuestra casa todavía estaban en construcion y habían pedazos de madera y clavos regados por todos lados. Mi hermano y yo agarramos unos bloques de madera les clavamos unos clavos arriba y pretendimos que eran radios transmisores, y avanzamos hacia el caserío. Parecíamos dos astronautas extraviados explorando un planeta extraño. Para ese entonces ya se habían reunidos varios niños que nos observaban desde lejos curiosamente. Así llegamos hacia ellos y nos introducimos y allí nos dimos cuenta que ese lugar era un orfanato para ambos huérfanos y niños abandonados. Desde ese día empezamos a jugar con ellos. A veces como mi hermano tocaba la guitarra y yo le acompañaba cantando compartíamos con ellos algunos cantos cristianos en su pequeña parrochia los domingos por la mañana. Los llegamos a conocer y formamos amistades con muchos de ellos. Eso era lo que reflexionaba esa mañana.El día amaneció húmedo y caliente, me vestí como siempre con una playera tank-top, shorts, y zapatos tennis y fui hacer los mandados de la mañana a comprar los bolillos calientes recién hechos que le gustaban a mi papa comer antes de ir a trabajar. A mi no me gustaba levantarme tan de mañana y caminar un cuarto de kilómetro para ir a comprar el pan, en camino a la pulperia iba tan enojado que iba maldiciendo todo y a todos. Bueno, después del desayuno fui a visitar a mis amiguitos del orfanato para jugar con ellos. Lleve mi trompo que acababa de comprar para que me enseñaran como hacerla bailar. Esos huérfanos me enseñaron muchas cosas y aunque ellos no tenían nada que dar, daban todo lo que tenían, aprecio, amor, y amistad. Ellos me enseñaron como hacer hondas, como tirar piedras y matar garrobos, como hacer trampas para atrapar palomas, la destreza para tirar chibolas, como tirar un pelota de béisbol, como volar palometas y muchas cosas mas. Cruce el alambrado que dividía las propiedades y allí me encontré con un grupo de huérfanos de todo tamaño y edad que ya me estaban esperando para jugar con ellos. Allí estaban todos unos jugando béisbol, otros chibolas, y otros con sus trompos. Me gustaba jugar con los mas pequeños siempre miraba sus caras y ojos secas con escurres mexclados con lagrimas y polvo seco. Pude ver entonces que hacia falta uno de los huerfanitos al que llamaban Efrain uno que ya tenia como ocho años pero se había quedado chiquito, flaco y panzudo. Efrain no era huérfano sino sus padres lo habían dejado allí porque no le podían mantener. Cuando pregunte por el me dijeron que tenia visita. Al rato cuando vi que no salia de su cuarto fui a verlo. Al entrar al dormitorio de los huérfanos pude ver literas de camas como en un hospital ambulante, al final de las camas pude ver a Efrain sentado en su cama. Fui hacia el y cuando lo vi pude ver su cara y sus ojos lleno de lagrimas. Le pregunte, ¿que había pasado? y me dijo entre sollozos que su papa había llegado para decirle que su mama había muerto. No supe que contestarle, me senté a su lado, le puse mi brazo sobre su hombro, y le dije que yo era su amigo y que yo estaba allí con el. Saque de mi bolso el trompo que traía y se lo regale por un momento pude ver un destello de alegría en sus ojos, pero no tardo. Adentro de mi alma, yo me hacia muchas preguntas, porque? porque tanto sufrimiento? Fue allí cuando me acorde de Dios. Dios tuvo que acordarme y consolarme con su voz clara y serena que El es el Dios de las viudas y los huérfanos, y que el no los abandona.Me fui a mi casa preguntándome que quizás talvez yo y todos los demas tambien somos huérfanos y que necesitamos encontrarnos con nuestro verdadero Padre.Al Garcia

No comments:

Post a Comment